Hasta 2018 Extranjería y Migración informaba que el número de migrantes en nuestro país había aumentado el 232%, alcanzando el 1 millón de personas, de esta cantidad de personas, según el Ministerio de Desarrollo Social y Familia estima en más de un centenar en situación, sin embargo esas cifras nos parecen a aquellos que trabajamos, acogemos y acompañamos a migrantes en situación calle, no representan para nada la realidad y la cantidad de personas. En particular cuando hablamos de familias de más de 3 miembros en calle.
En el día a día vemos con preocupación cada vez más personas de diversas nacionalidades, en particular venezolanos que cada día llegan a Santiago en su mayor cantidad, así como a otras ciudades. Proliferan las carpas, rucos y personas en lugares de uso público que encuentran o buscan allí un espacio protegido.
Vemos con dolor y muchas veces con frustración que cada vez más son más familias y niños en situación calle. Los factores son varios y profundos, lo más grave, en lo tocante a la acogida y protección, es que las instituciones solidarias ya no tenemos como cubrir toda la demanda y servicios que se requieren, sea por espacio físico o recursos económicos. La crisis se profundiza por la falta de una política clara y eficiente por parte del Estado que regule el fenómeno migratorio. Sin olvidar el ámbito sociológico, el impacto cultural tanto para los migrantes como para los nacionales que llevan al rechazo y a negarse a la integración. La mayoría de ellos, no habían vivido antes en situación calle, al no contar con documentos que permitan su legalización, las oportunidades laborales son extremadamente limitadas y precarias, lo mismo que el acceso a los servicios de salud o educación, ya sea por lo extenso y engorroso del proceso de solicitud y por el desconocimiento, esto se traduce en un completo abandono y en el empeoramiento de su condición y en la salud de muchos de ellos que presentan patologías crónicas de riesgo o cuadros agudos que requieren atención médica de urgencia.
El fenómeno social y su problemática no es fácil de enfrentar y por ahora no parece tener una solución fácil y pronta, no podemos como sociedad olvidar que el fenómeno social migratorio es parte y ha acompañado la historia, el desarrollo y la construcción de todas las sociedades y naciones, a nadie le puede ser ajena, así como tampoco puede ser ajena la suerte de otro ser humano, igual en dignidad y derechos.
Desde el Refugio hacemos un llamado a la solidaridad y empatía, a descubrir al otro como nuestro prójimo, nosotros seguiremos siendo fieles a nuestra misión y visión “Una persona vale más” más allá de su situación o condición, mas allá de su credo, seguiremos acogiendo , acompañando , abriendo caminos de encuentro e inclusión.
Actualmente nuestra comunidad está formada por nuestros residentes históricos, personas adultas mayores con algún tipo de problemáticas de salud, que en su minuto estuvieron en calle, junto a ellos tenemos 21 migrantes, 11 menores quienes residen con nosotros, teniendo en el Refugio su casa y todos los servicios básico que requieren para ir junto al acompañamiento psico-social abriendo caminos a su integración social, sanando las heridas sufridas por las diferentes circunstancias que han vivido.
Como siempre nuestra primera invitación es a la solidaridad, a mirar y descubrir al otro, si deseas y puedes a ayudarnos en este empeño por construir una sociedad más junta y humana.