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El domingo recién pasado, canal 13 emitió en su microprograma “ReportajesT13” un reportaje que visualizó la dura realidad que viven niños y sus familias migrantes en nuestras calles. Como bien decía el periodista, pareciera que esa realidad ya no nos impacta e incluso nos es indiferente. Desde el Refugio, y por la experiencia que hemos vivido desde hace ya casi dos años, estamos seguros de que esta problemática social sí importa, aunque es difícil de enfrentar y abre muchos frentes sociales, jurídicas e incluso culturales, pero por muy complicado que sea, debemos -al menos- visualizarlo y procurar buscar las vías para una solución humanitaria y que responda antes los tan continuamente mencionados “Derechos Humanos”. Los niños son los más indefensos a la condición de pobreza debido a su dependencia física, emocional, económica y social, empeorando todo esto el fenómeno de la migración. La vivencia de la pobreza en la infancia perjudica la formación física y mental de los niños, convirtiéndolos en adultos que perpetúan el ciclo de la pobreza. La inversión en el desarrollo de sus capacidades básicas es esencial para la erradicación de este mal social.

De igual modo, los niños que viven en hogares en situación de vulnerabilidad -tales como situación de desempleo, inmigrantes, familias numerosas o monoparentales- colman las estadísticas de pobreza severa.

La vivencia de la pobreza en la infancia en sus múltiples dimensiones – malnutrición, dificultades de acceso a educación, enfermedades relacionadas a la no existencia de servicios públicos de salud o a falta de saneamiento básico, etc.- perjudica la formación física y mental de los niños, convirtiéndolos en adultos que perpetúan el ciclo de la pobreza: niños sin instrucción se convierten en padres incapaces de alimentar óptimamente a sus hijos o apoyarlos en el proceso de aprendizaje y así la pobreza se prolonga entre las generaciones.

Por consiguiente, la primera infancia es el momento más oportuno para romper con este ciclo. Para que la pobreza sea reducida efectivamente, es necesario aumentar las capacidades de los niños, a través de la ampliación del acceso a servicios sociales básicos y de buena calidad. En casos donde los servicios sociales ya están consolidados, como en algunos países de Europa, la política recomendada es la de transferencia universal a hogares con niños, donde al menos se desarrollen sus capacidades básicas y les garanticen condiciones para una vida digna. De no ser así, la pobreza mundial no será erradicada.

Dada esta realidad, en el año 2020 nuestra fundación ha abierto sus puertas para acoger a familias migrantes en situación de calle, a través de la creación del programa “Acogida a Migrantes”. Muchas de estas familias de migrantes se exponen a ser discriminadas y a menudo afrontan situaciones de grave pobreza y exclusión social en los países de destino y de tránsito. Este programa cuenta con tres pilares o áreas a través de los cuales buscamos:

1.         Acoger

2.         Regularizar su Situación Migratoria: Inscripción en Centro de Salud/Escolarización de menores de edad/Asesoría para la legalización

3.         Inserción Social

Esto desde una óptica de respeto y cumplimiento de los Derechos de los niños, niñas y adolescentes. Es un tema humano y social difícil de abordar, como ya lo hemos dicho, pero no podemos permanecer indiferentes, nuestro objetivo es brindar un espacio protegido a estos niños y sus familias, mientras procuran sanar sus heridas emocionales y buscan una solución a su situación migratoria.

Muchas leyes migratorias incumplen las obligaciones que los propios Estados han asumido para proteger los derechos humanos. Y también quebrantan, como decíamos, el instrumento de derechos humanos que más consenso ha generado en la Historia (lo han ratificado 193 países del mundo) y que se adoptó para aportar ese “plus” de protección que necesitamos las personas cuando somos niñas y niños, por la especial vulnerabilidad a la que nos enfrentamos en este período de la vida.

Desde nuestra experiencia creemos que es fundamental que existan políticas migratorias y de asilo que tengan como límite el respeto de los derechos humanos, tanto de los niños, como de los adultos, pues es utópico que podamos garantizar a los niños el disfrute de sus derechos, si no lo hacemos también con sus padres. Instamos a nuestras autoridades a buscar caminos para dar una respuesta a este fenómeno social que es una realidad y que se agravará sino no se enfrenta en el hoy.

Les invitamos a conocer nuestro Programa de Acogida a Familias: