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Hoy fuimos testigos cuando Carabineros y el Servicio Medico Legal levantaban el cuerpo de una personas en situación calle en las esquinas de San Pablo con Teniente Cruz, comuna de Pudahuel (Metro Pudahuel)

Se trataba de un hombre de unos 45 años de edad aproximadamente, con visibles nuestras de deterioro físico y psiquiátrico que debería haber estado internado en un centro de salud mental por protección y por derecho, así por lo menos esta “escrito y consagrado” en el articulo 19 de nuestra Constitución: “1º.- El derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de la persona”.

Dado que no podía participar de algún programa de reinserción por su alto grado de daño físico y mental, muchas veces encontramos en esa equina, le invitamos a nuestra casa pero nunca lo considero una opción, allí en esa esquina, donde transitan muchas personas, allí donde cada día solicitaba ayuda para comer y para una “petaca” una mezcla fatal de químicos que contiene un mínimo de alcohol pero que con el tiempo provoca un daño irreversible a quienes las consumen a nivel físico y neurológico, esta “bebida” , si es que se le puede llamar así, se vende sin ningún problema en cualquier botillería , en especial en los sectores populares, nos imaginamos que con permisos de comercialización correspondiente y por lo tanto esas entidades se transforman en cómplices de estas muertes. Por tanto no solamente matamos con las indiferencias sino también con la negligencia de las entidades que tienen como deber la fiscalización de productos como estos , los dueños de botillerías que por ganar unos pesos más venden muerte , matamos nosotros con nuestra indiferencia, porque esperamos que otros hagan lo que nosotros como seres humanos no somos capaces de hacer o no queremos hacer.

Falta un compromiso político para crear y garantizar condiciones en que las personas puedan desarrollarse, crecer y progresar, pero también falta humanidad, falta reconocernos en el otro, falta extender las manos hacia el otro porque la calle no es un lugar para vivir y nadie merece morir en la calle, tengan la seguridad que cualquiera de nosotros puede llegar a esa situación, las historias y las personas con las que trabajamos y convivimos diariamente así nos lo han mostrado.

Como Refugio Buen Pastor no queremos que esta muerte y la muerte de tantas personas en calle queden en el anonimato o como la noticia “típica” del invierno, nuestro empeño es ser parte de este despertar de conciencia a todo nivel como sociedad, es decir no más muerte , no más indiferencia, no más.

Miguel de San José Riquelme; Director ejecutivo

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